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Resumen.
En el pasado, las empresas utilizaban la «obsolescencia planificada», diseñando deliberadamente productos con una vida útil limitada para que los clientes tuvieran que comprar más. Desde bombillas diseñadas para apagarse después de un número específico de horas hasta teléfonos inteligentes que se ralentizan con las nuevas actualizaciones de software, las empresas han dominado el arte de crear productos que necesitan sustituirse con frecuencia.